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Entre los 6 y los 8 años los niños necesitan de 11 a 12 horas de sueño y con 10-12 años, unas 10 horas, como mínimo. Este dato aportado por el Dr. Pin, director de la Unidad de Sueño infantil en una clínica de Valencia, nos recuerda algo que ya sabíamos pero que estamos olvidando.

Los curiosos chicos de hoy viven en una sociedad acelerada de la cual reciben muchísima información y estímulos múltiples que atentan contra su capacidad de atención. Los docentes sabemos que es necesario crear espacios de reflexión vivos que les permitan hacerse preguntas nuevas, enfrentar obstáculos que vencer y acompañarlos en un descubrimiento diferente al de la inmediatez en que se encuentran.

Pero necesitamos que estén despiertos.
Vemos cotidianamente que los niños llegan cansados a la escuela. Observamos chicos agotados, que cargan con estrés psicológico y físico y que no duermen lo suficiente.

La sociedad actual transmite el mensaje de que dormir no es importante y a muchos padres les ha costado instalar hábitos sanos de sueño reparador en sus hogares. Entonces abundan los niños que deciden en qué momento se van a la cama.

A la hora de analizar el porqué de los problemas de aprendizaje no olvidemos que la falta crónica de sueño en la infancia tiene una relación directa con el fracaso escolar. Televisores y computadoras en las habitaciones, niños que se duermen después de las doce y se levantan a las siete, son realidades habituales en las ciudades hoy.

La poca conciencia de la importancia del descanso me parece que trasluce un cierto descuido, un concepto erróneo de autonomía infantil que podemos subsanar creativamente con una sonrisa firme y un libro en la mano a las 22 en punto.

Mónica E, López