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Qué hacer cuando perdemos la paciencia con los hijos

Creemos que debemos controlar a nuestros hijos y cuando no lo conseguimos, afloran en nosotros sentimientos de incompetencia, de ser malos padres o inadecuados. Controlar lo que comen, lo que tocan, lo que dicen, lo que hacen o no hacen, lo que duermen, lo que expresan o no expresan… incluso queremos controlar lo que sienten.

Si el comportamiento de nuestros hijos lo consideramos inadecuado, incorrecto o inaceptable creemos que ello nos afecta negativamente, a nosotros. Su mal comportamiento puede ser interpretado por nuestro marido o mujer, madre, suegra, las demás mamás del parque, los amigos, las profesoras o la cajera del supermercado como un anuncio de que sus padres no saben controlarlo y, por lo tanto, son unos malos padres. Son unos padres incompetentes que sienten amenazada su imagen y, a la vez, ven su incapacidad para conseguir que el niño haga lo que ellos quieren o le piden. Precisamente esta incapacidad para mantener el control es lo que provoca que perdamos el control con enfado y rabia.

Esta mirada controladora hace que cuando no se consigue tener su comportamiento bajo control aparezca resentimiento por el problema que nos causan. Resentimiento que aparece en forma de rabia descontrolada.Hablemos ahora de lo que consideramos el problema. Nos creemos que con su comportamiento nos están desafiando, ignorando, retando, rechazando, desautorizando, manipulando, etc. Y que todo ello, incluso, lo hacen a propósito para ofendernos o molestarnos. Así pues el problema lo vemos nosotros, pues interpretamos su mal comportamiento como un ataque deliberado contra nuestra persona o contra nuestras acciones o decisiones de ser padres. Si no nos consideramos tan importantes y dejamos de mirarnos el ombligo, podemos ver como nuestros hijos no tienen la intención de ofendernos o molestarnos, sino que están haciendo cosas de niños y lo hacen como niños que son.

Es cierto que retan, desafían e incluso en la época de la negación y las rabietas intentan desautorizarnos. Pero la voluntad que hay detrás de estas acciones es la de crecer, probar hasta dónde pueden llegar, comprobar si sus padres les guían, orientan y limitan pues es lo que necesitan para crecer sintiéndose protegidos. Así que realicemos nuestra labor de padres responsables de su educación y buen desarrollo emocional y pongamos en el centro a nuestros hijos, sus necesidades de amor y de límites y no nuestra imagen de buenos padres.

El artículo, pertenece al contenido Premium de Edúkame: la Revista Digital Edúkame, en concreto a la Guía «El método de la Paciencia con hijos.»